martes, 15 de abril de 2008

Las viejas películas (no tan viejas).

En los últimos años, uno se pregunta con demasiada frecuencia, por qué el cine (al menos el hollywoodiense) está tan escaso de argumentos e ideas originales. Ellos deben hacerse la misma pregunta y mientras tanto nos colocan, de manera despreocupada, remakes de clásicos y a veces no tan clásicos. De todos es sabido que los remakes han tenido siempre una fuerte carga económica a la hora de realizarlos, y más aún si se hace de una película famosa o que en su día recaudara una buena caja, pero debido a que dichos trabajos pocas veces superan al original, los verdaderamente perjudicados, nosotros los espectadores, nos tragamos versiones infumables o de muy baja calidad (y no de imagen precisamente), como es el caso de La guerra de los mundos, de Steven Spielberg. La versión, por mucho rey Midas que sea el tío Stevie, no supera (ni siquiera iguala) a la original. Pero, por desgracia, no es el único caso negativo.

A veces se hacen versiones de películas que no merecen ser versionadas, sea el caso de La huella, de Kenneth Branagh (¡con lo bien que estaba Michael Caine en la original dirigida por Mankiewicz de 1972!), Las colinas tienen ojos, de Alexandra Aja (Wes Craven hizo esta pequeña joya a finales de los ’70), Carretera al infierno, de Dave Meyers (en la que no se aporta nada nuevo ni mejorable a la ya realizada por Robert Harmon) y un sinfín de títulos más.

Como decía al principio, los remakes siempre se han hecho de clásicos y no tan clásicos, pero más bien lo primero. Esto era así (más o menos) hasta hace poco tiempo, porque ya se hacen versiones de películas que no se llevan ni cinco años con la original, véase el caso de la versión estadounidense de la respetable comedia italiana L'ultimo bacio (El último beso, realizada por el director italiano Gabrielle Mucino en 2001) protagonizada por Zach Braff, al que ya vimos dirigiendo y también protagonizando Algo en común.

Otros remakes que están por venir, como es el caso de The Warriors, dirigida por Tony Scott, prometen ser buenas adaptaciones, incluso algo mejoradas como ocurre con la versión de El amanecer de los muertos, dirigida por Zack Snyder, en la que añade elementos mucho más que interesantes a la original de George A. Romero.

Qué decir tiene la pasada por las salas, ni con pena ni sin gloria, Poseidón de Wolfgang Petersen o el malogrado remake La máquina del tiempo, de Simon Wells (del que no se ha vuelto a saber nada).

Luego hay remakes que también pueden ser una especie o intento de homenaje, que es básicamente lo que hace Tarantino con sus películas. Él, dicho literalmente con sus palabras, dijo en su día que “los genios no hacen homenajes, los genios roban”, y no hay más que irse a cualquiera de sus películas para ver las “influencias” que tiene de otros films, es como si hiciera pequeños remakes dentro de una misma película. Podemos ir desde su primera obra, Reservoir dogs, en la que cogió prestado los nombres de los personajes (Señor Rojo, Señor Gris, etc.) de los secuestradores del metro de Pelham 1, 2, 3 (1974) y el argumento de la película de Hong Kong City on fire (1987). Esta especie de multiremake, no sería el único en la trayectoria de Tarantino; Pulp Fiction estuvo empapada por El código del Hampa, que a su vez era otro remake de la película en la que debutó Burt Lancaster, Forajidos. Y en una de sus últimas producciones, Kill Bill vol. 1, no iba a ser menos… Las influencias, o “pequeños multiremakes”, quedan palpables al haber visto La novia vestía de negro (Françoise Truffaut) o la trayectoria cinematográfica de Sergio Leone, Bruce Lee, etc.

En fin, Tarantino es Tarantino y aún haciendo estos multiremakes dentro de una misma película, hay que hacerlo con estilo y personalidad, algo que a él se le da muy bien.

El mundo de las versiones cinematográficas, de los “rehaceres”, toma los caminos más inescrutables que los dioses de Hollywood se empeñan en trazar. Quizá sea por falta de ideas, quizá sea por falta de argumentos o quizá sea una mera cuestión económica la que hace que viejas (y no tan viejas) películas vuelvan a resurgir del lugar privilegiado en el que se encuentran de nuestra retina. A veces de forma positiva, y otras veces, maldiciendo los remakes.

2 comentarios:

Kasker dijo...

Hay casos todavía más curiosos en los que un director se encarga del remake americano de una película ya dirigida por él (¿Que extraño placer puede dar el dirigir una misma historia 2 veces?). Supongo que la única forma de salir del entuerto será defenderse diciendo que Hithcock también lo hizo.
Aquí van algunos ejemplos:
Francis Veber ("Los compadres" y su remake "Tres fugitivos").
George Sluizer ("Secuestrada" y su remake "Secuestrada").
Ole Bornedal ("El vigilante nocturno" y su remake "La sombra de la noche").
Hideo Nakata ("Ringu", "Ringu 2" y la secuela de esta "The Ring 2").
Michael Haneke ("Funny games" y "Funny games US").
Afortunadamente Alejandro Amenábar rechazó dirigir ese truño llamado "Vanilla sky".

Ego... dijo...

Totalmente de acuerdo en tu opinión hacia los remakes. Aun recuerdo la guerra de los mundos. Que verguenza! jaja! Y me encantó Amanecer de los muertos.
Pero bueno...
Me ha encantado tu post de hoy, que lo sepas.
Un saludo